Por Irvin León En tiempos de incertidumbre a nivel mundial, la crisis ha golpeado a varios sectores: Económico, social, político, industrial, laboral, y el mundo del deporte no ha sido exento de tal golpe. En todas las disciplinas se experimenta cierta austeridad, y siendo más específicos, el fútbol está atravesando un momento frágil.
Tocando la palabra “Fragilidad”, me viene a la mente la actual situación que atraviesa el FC Barcelona. Hace unos días el mundo fue testigo de la dolorosa, abrumante y sombría culminación de una de las eras más exitosas del club catalán. Una era que ahora, parece disiparse en medio del polvo y los escombros de una debacle que se venía presagiando desde hace un par de años, pero muchos se negaban a ver, o simplemente no vino a la imaginación que ocurriera en tremenda magnitud. Fragilidad que quedó descaradamente expuesta en declaraciones de prensa que, como reza un dicho, cae más rápido un cojo que un hablador, y que fueron calladas de tajo, con 8 golpes secos de un equipo que, más que un gigante, se abrió paso sin tener contemplaciones, sin siquiera pestañear, sin despeinarse, sin dejar oxígeno puro a su rival.
Que mostró un Barcelona debilitado, a merced de sus propios errores, que no veía la hora de que el juez central decretara el fin del partido. Fragilidad de una estructura que, al más puro estilo de Gabriel García Márquez, era ya la crónica de una muerte anunciada: desde los altos mandos hasta los jugadores, todos, sí, todos tienen un pedazo de ese pastel llamado culpa, crisis.
Tal parece que con el regreso de uno de sus hijos pródigos a casa, ahora en su faceta de entrenador, se vislumbre un leve destello de luz en medio de la tormenta, y digo leve porque ahora la pregunta es: ¿Quienes, cómo, cuándo, dónde, bajo qué circunstancias el barco blaugrana volverá a navegar en Europa con su gloria que tiene tan malacostumbrados a sus aficionados?. Los entiendo, es difícil ver a tu equipo favorito, al equipo de tus amores atravesar por una crisis severa, pero deben de confiar.
Así como Frank Rijkaard hizo resurgir de las cenizas a un ave Fénix, este fuego que ha consumido completamente el orgullo blaugrana, igual servirá para purificarlos desde la raíz, en vistas de verlo volar de nuevo como el grande que es. Tardado o pronto sea el proceso, solo paciencia, mucha paciencia, y a confiar, a seguir alentando, a vislumbrar un mejor futuro. Ahora es el turno de Koeman, que toma una entidad desahuciada, temerosa, incierta, pero con vistas de reconstruirse. Tú, aficionado culé, igual eres parte de esa renovación, de cómo aprecias la historia del club y como lo seguirás alentando, si es que no decides bajarte de este barco.
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