Por Uriel Campos
El ver jugar a tu selección siempre es motivo de felicidad, misma con la que enciendes el televisor, te pones cómodo, preparas algún snack y disfrutas de buena compañía para ser testigo de lo que sucederá en los próximos 90 minutos, amistosos, juegos de clasificación, copas oro, copas américa, mundiales juveniles, mundiales femeniles y varoniles, la expectativa se encuentra en un buen punto y más cuando sabes que tu país tiene la oportunidad de lograr algo importante y hasta trascendental futbolísticamente hablando, que cuando se consigue, somos millones los que estallamos en júbilo y celebramos dichos sucesos, pero cuando el resultado no acompaña como lo fue hace un par de días, en que el desorden y falta de actitud propicia una serie de acciones negativas, incluyéndonos a los que presenciamos el juego y al ver el marcador 0-3 en poco tiempo, las ganas por cambiar o apagar el televisor y no querer saber nada de fútbol en ese momento eran más; baño de humildad, exhibición, golpe a la realidad o a los porristas, como usted quiera llamarle, lo que sí es que tras aquella humillación ante un rival que no viene por buen momento ya que se encuentra en cambios como Argentina, sin duda, fue un golpe bajo, muy bajo.
Los fantasmas contra Chile empezaban a asomarse, las voces de la narración comenzaban a augurar un escenario similar, que aunque bien pudo darse, la realidad es que eso era mera exageración, empezando por un escenario distinto, un amistoso se trataba, no una competición similar, diferente manera de juego, algunos jugadores nuevos, en fin, tan solo se veía con total desánimo y falta de comprensión a los jugadores dentro del terreno de juego, a un Martino que no daba crédito alguno, y lo más triste como casi siempre en estos capítulos, la afición, los paisanos que abarrotan todo escenario donde el trí se presenta en el país gabacho viendo sus rostros de incredulidad, molestia y decepción, pero a que va todo esto con aquellas declaraciones que desataron cierta polémica en la conferencia de prensa previa al encuentro, donde el seleccionador Gerardo Martino calificó a México como una selección de nivel inferior a sus compatriotas, no dijo mentira alguna, tal vez Argentina en los últimos años ha quedado y mucho a deber, a pesar de tener al mejor futbolista de nuestra época, el 10 rosarino Lionel Messi, quien ha sido desaprovechado y poco valorado, no terminan de hallarle las piezas correctas, a esta selección platense sumemos a Sergio Agüero, un jugador muy intermitente a nivel de selección, nada que ver con el goleador en su club, Angel DI Maria siempre cumplidor, Agustín Marchesín que no se le ha hecho justicia en el arco albiceleste, y las promesas Dybala y Lautaro, aquel que recetó un hat-trick digno de una cascarita, dejando mal parados a los defensores centrales y contención como jugadores de gran peso en la albiceleste, complementados por una joven y renovada camada de jugadores que se van haciendo de un nombre importante en su selección, sí esa joven e “inexperimentada” selección sudamericana, sin dar su mejor juego ni mucho menos, aprovechó errores infantiles de los nuestros y dio un golpe no de autoridad, sino de realidad a nuestro futbol.
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PH: Imago7
Al término del encuentro, Gerardo Martino se sinceró ante la prensa y afición, argumentando algo que no es nuevo y que se ha tratado en muchos procesos anteriores, la necesidad de enfrentar a rivales de potencia, que realmente exijan y que independientemente del resultado, dejen una semilla de verdadero aprendizaje y progreso a nuestro fútbol, pero eso no es decisión del entrenador ni jugadores ni mucho menos afición, aquí viene el eterno debate de que darle verdadero valor y prioridad en la selección, el aspecto económico o deportivo, porque al parecer no hay cabida para ambos desafortunadamente o al menos así lo entienden quienes toman las decisiones en los escritorios y salas de juntas de la cúpula alta del deporte rey en nuestro país, y eso solo sería uno de tantos aspectos a mejorar de fondo para nuestro desarrollo en lo futbolístico, se agradece la sinceridad de nuestro entrenador, porque efectivamente y siendo analistas y honestos, nuestra selección es de segundo nivel.
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