Por Salvador Rodríguez C.
La variedad de contenidos y temáticas en las nuevas plataformas de entretenimiento es abrumadora. Falta tiempo para admirar trabajos con una producción de primer nivel. Al revisar los contenidos disponible en Netflix, encontré un documental con una premisa inusual para el tema del fútbol. La sinopsis era clara: la historia del primer futbolista profesional que admitió ser gay. El trabajo Forbidden Games: the Justin Fashanu Story (2017), dirigido por Adam Drake y Jon Carey genera varias sensaciones. El filme inicia al narrar las difíciles circunstancias de Justin al ser colocado por su madre en un sitio de adopción de menores en Inglaterra. El abandono, pobreza y ser de raza negra en una población con un predominio de gente blanca hizo que Fashanu generará una personalidad introvertida. Al ser adoptado por una familia de clase media que los integró con cariño a su núcleo familiar; hizo que el pequeño logrará la ansiada estabilidad emocional y económica.
Por sus condiciones físicas, Justin empezó a figurar en la liga de fútbol local por la velocidad que tenía en la cancha. Al jugar como delantero, marcó goles importantes en el Norwich City conjunto que le dio su primera oportunidad como profesional. Un espectacular gol al Liverpool que fue transmitido a miles de aficionados por televisión le abrió las puertas de la fama. Tras vivir condiciones precarias; ahora iba a los mejores lugares, usaba ropa de marca exclusiva y era considerado una de las promesas del fútbol inglés. Fuera de los reflectores públicos a los que se adaptó con éxito; mantenía las inseguridades de la infancia. Además, tenía encuentros clandestinos con hombres. En Inglaterra la homosexualidad fue considerada como delito hasta 1967.
El material, con un ritmo atractivo y edición correcta, muestra cómo la sociedad marcó a Fashanu al declarar de forma abierta su preferencia sexual. El estigma se convirtió, en algunos casos, motivación para negarle oportunidades laborales en equipos importantes del fútbol. Los excesos de sustancias, irresponsabilidad con los compañeros de equipo y entrenador, e incomodidad de colegas al compartir vestido lo llevó a un camino con final trágico. Hoy que es más común la libertad y tolerancia sobre tendencias sexuales en comparación a las generaciones anteriores; la vida de Justin lleva a un punto ineludible.
Una fotografía de 2010 se hizo viral por la escena al igual que los protagonistas. Zlatan Ibrahimovic y Gerard Piqué, en ese entonces compañeros de equipo en el Barcelona, aparecían en una actitud que puede interpretarse como romántica en una calle de España. La escena generó burlas y expectación; pero no trascendió más allá. Sus carreras como profesionales son brillantes al revisar los éxitos: título de liga, Copa del Mundo, Champions League, Eurocopa. Pensando de forma hipotética: ¿Qué habría pasado si ambos hubieran aceptado una tendencia sexual gay o bisexual? ¿Habrían tenido las mismas oportunidades deportivas y comerciales?
Hoy Zlatan sigue dando muestras de su espectacular talento con goles de colección en la MLS. Ya no tiene las condiciones de su mejor momento como futbolista; pero es uno de los delanteros con más técnica al definir en los últimos años gracias a la pasión por entrenar artes marciales. Piqué continúa su carrera exitosa con un Barcelona que, si bien necesita cambios tras los fracasos en Champions, se mantiene como uno de los conjuntos más competitivos de España y Europa.
La condición mercadológica del fútbol habla de inclusión, tolerancia y oportunidades equitativas para todos los que busquen practicar el deporte a nivel profesional. Pero el mensaje no en concordancia con las acciones. Ninguna estrella del balompié masculino, actual o de los últimos veinte años, se ha declarado gay. El temor a represalias existe. Un machismo ilógico domina el negocio a expensas de la libertad básica de miles de sujetos.
La NFL, por ejemplo, ha dado espacio a jugadores con tendencia abiertamente gay. Incluso durante el famoso draft donde los equipos seleccionan a nuevos talentos para sus equipos; se ha visto a jóvenes besando a su pareja del mismo sexo por la alegría de recibir una oportunidad en la liga deportiva más exitosa del mundo. Al terminar de ver el documental, queda un malestar por cómo la industria del deporte profesional no lo resguardo en los momentos que lo necesitaba. Aunque puede hablarse de una mayor libertad del sujeto común a nivel mundial; los estereotipos así como el patriarcado se mantienen inamovibles. Existen decenas de Fashanu en los grandes reflectores del fútbol mundial. Pero saben que asumir una postura abierta a sus preferencias sería el fin de sus carreras profesionales. El deporte necesita más sujetos con la convicción de Justin. Así, tal vez, el discurso de tolerancia se aplique para todos. La sociedad lo necesita.
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